‘Las islas del Sol y de la Luna. Ritual y peregrinación en el lago Titicaca' - 1 - El culto incaico a los santuarios en los Andes. Las islas del Sol y de la Luna. Autores Brian S. Bauer y Charles Stanish. Traducción de Javier Flores Espinoza. Pág: 28.
Los grandes santuarios imperiales.
“Cientos de importantes huacas incaicas fueron establecidas por todo el imperio. Sin embargo, unas cuantas sobresalían como santuarios de importancia panandina. Los tres más importantes del imperio fueron el Coricancha, en la ciudad de Cuzco; el templo de Pachacamac, en la costa central del Pacífico, y las islas del Sol y la Luna, en el lago Titicaca.”
El Coricancha.
‘El santuario más famoso del imperio incaico fue el Coricancha, llamado el Templo del Sol por los españoles. Coricancha se traduce como “Cerro de Oro”, un nombre tal vez derivado de las láminas de oro que estuvieron fijadas en sus paredes. Este gran santuario se levanta sobre una ligera prominencia en el corazón de Cuzco, cerca de la confluencia de dos pequeños ríos que corren por la ciudad. Fue construido con bloques de piedra exquisitamente cortados, por los cuales los incas son justamente famosos. El Coricancha era en realidad una serie de construcciones que muy probablemente eran templos de diversas deidades. Juntos, estos templos, una plaza y las terrazas adyacentes, forman un impresionante complejo arquitectónico que dominaba el centro de la ciudad y era visible desde gran distancia. La importancia de este complejo se refleja en el hecho de que, según algunas fuentes, fue allí donde la primera pareja mítica de incas construyó su hogar y comenzó el proceso de crear un gran imperio.”
‘El Coricancha guardaba los objetos más finos de oro y plata del imperio. Por este motivo fue saqueado por los españoles incluso antes de que se hubiesen alcanzado un dominio seguro de los Andes. Con todo, sabemos algo de la organización del complejo y de las actividades que se realizaban dentro de él gracias a los diversos españoles y nativos alfabetos que vivieron el Cuzco durante el temprano período colonial. El Coricancha estaba conformado por un grupo de edificios dedicados a diversas deidades: el Sol, la Luna, las Estrellas, el Trueno, el Arco Iris, y el dios creador Viracocha. Sin embargo, los santuarios más importantes del complejo eran los del Sol y la Luna. Sus imágenes eran guardadas en cámaras separadas, adornadas con oro y plata, respectivamente.
Cobo hace la siguiente descripción del templo.’
“El templo más rico, suntuoso y principal que había en este reino era el de la ciudad del Cuzco, el cual era tenido por cabeza y metrópolis de su falsa religión y por el santuario de más veneración que tenían estos indios, y como tal era frecuentada de todas las gentes del imperio de los Incas, que por devoción venían a él en romería. Llamábase Coricancha, que quiere decir “casa de oro” por la incomparable riqueza de este metal, el que había enterrado por sus capillas y en las paredes, techo y altares.” (Cobo 1964: 168; 1990: 48-49 [1653: Lib. 13, cap.12]).
“El Coricancha tenía tal importancia para los incas que las coronaciones imperiales se llevaban a cabo en su interior (MacCormack 1990:13). El icono central de este templo era una imagen de oro altamente venerada llamada Punchao (luz del sol) que para el final del imperio había pasado a ser casi un sinónimo del dominio inca. Fue delante de esta estatua que el gran Pachacuti se coronó emperador, tomando la borda real que estaba en la mano de la estatua (MacCormack 1990: 12). Varios autores de la temprana era colonial afirman que la imagen tenía forma de hombre (Sarmiento de Gamboa 1906: [1572], Molina 1943 [ca. 1575]). Tambìen se dice que el Coricancha asimismo guardaba la imagen de plata de la Luna, que era de forma de mujer (Molina 1943 [ca. 1575]; Garcilaso de la Vega 1966 [1609]). Sin duda, éstos eran los dos ídolos màs sagrados del tardío mundo andino prehispánico.”
“El convento de Santo Domingo fue construido sobre el Coricancha después de la caída de la imperios incaico, destruyéndose buena parte del conjunto original. Las sustanciales alteraciones hispanas cambiarán drásticamente la arquitectura del complejo. Ello no obstante, sobrevive bastante del mismo y todavía se puede ver ejemplos notables de cantería incaica.”
“Originalmente, el Coricancha fue un santuario local del pueblo incaico preimperial. En las últimas décadas, una serie de excavaciones arqueológicas distintas, dentro o alrededor del templo, fueron comprendidos por arqueólogos cusqueños, entre ellos Luis Barreda Murillo. Arminda Gibaja Oviedo, Alejandro Valencia Zegarra y, más recientemente, Raymundo Béjar Navarro. Ellos recuperaron cerámica inca temprano. (ca. 1000-1400 d.C.) de excepcional calidad, indicando así que la naturaleza especial del lugar se extiende hasta antes del establecimiento del imperio.”
“No es posible subestimar la importancia del Coricancha, Tahuantinsuyo (las cuatro partes unidas), el nombre indígena del imperio inca, se derivó de las cuatro grandes divisiones espaciales que juntas, formaban el reino. Estos cuatro cuadrantes, o suyos, se proyectaban desde el Coricancha, como centro del mundo inca. El cuadrante noroeste se llamaba Chinchaysuyu en el noreste y el del noreste era el Antisuyu. Los dos cuadrantes del sur eran collasuyu, al sudeste, y en Cuntisuyu, al sudoeste. El imperio inca era concebido como la suma de estas cuatro partes y para los incas el Coricancha marcaba el punto más sagrado del universo. Es más éste albergaba las imágenes del Sol y la Luna, y era la sede de las coronaciones imperiales, en donde se concede el poder del imperio a los candidatos al trono.”
Pachacamac (Hacedor del Mundo).
“Otro santuario importante, llamado Pachacamac, se encontraba en la costa, a una corta distancia de la actual Lima. Esta gran centro es descrito consistentemente en las crónicas como una zona de inmensa importancia religiosa. (ᶾ) Por ejemplo, Cobo dice lo siguiente: ‘Después del soberbio templo de sol tenía el segundo lugar de grandeza, devoción, autoridad y riqueza el de Pachacamac, al cual, como a santuario universal, venían en peregrinación las gentes de todo el imperio de los incas y ofrecían en él sus votos. (Cobo 1964; 186, 1990; 85 [1653; Lib. 13, cap. 17]).
3) Entre las descripciones de Pachacamac, tenemos las de Cieza de León (1976: 334-337 [1653: Parte I, cap. 72]; Hernando Pizarro (1959: 82-83 [1953]); Santillan(1950; 48-59 [1564]); Pedro Pizarro (1921 [1571]); Albornoz (1984; 214 [ca. 1582]), Cabello Valvoa (1951; 338 [1586]); el manuscrito de Huarochirí (1991; 111-113 [ca. 1608: cap.22]): y Calancha (1981 [1638]).
“Al centro del complejo había una serie de macizas plataformas de adobe, la más grande de las cuales tenía el templo que albergaba al dios Pachacamac. Los peregrinos, tanto nobles como comuneros, hacían ofrendas, y recibían consejos en este oráculo universalmente aceptado.”
“Luego de la incorporación de Pachacamac al imperio incaico, el oráculo siguió siendo una ‘huaca’ importante.Las crónicas sugieren que los emperadores Topa Inca, Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa visitaron el santuario en busca de consejo. También se nos dice que los incas construyeron varias instalaciones estatales allí incluyendo un Templo del Sol y alojamientos para los sacerdotes, servidores y guardias. Es más, se levantaron viviendas para las mujeres escogidas del estado que servían en el templo, y se construyeron alojamientos para los peregrinos que visitaban el santuario. (Cieza de León 1976: 334-337 [1553: Pte. I, Cap. 72]; Cobo 1990:; 85-90 [1653: Lib. 13, cap. 17]).
“Francisco de Pizarro envió a su hermano Hernando a que investigara a Pachacamac. A su arribo al oráculo, Hernando se enteró de que peregrinos de hasta 300 leguas de distancia (aproximadamente 1600 kilómetros) visitaban la imagen principal del templo. También se enteró de que los señores circundantes llegaban anualmente para ofrecer sacrificios en el santuario. El informe oficial de la expedición relata el encuentro de Hernando con la ‘huaca’ o ídolo de Pachacamac. El capitán disimuló con ellos y dijo que quería ir a ver aquel ídolo que tenían [...] Él estaba en una buena casa bien pintada, en una sala muy escurra, hedionda muy cerrada, tienen un ídolo hecho de palo muy sucio y aquél dicen que es su dios el que los cría y sostiene y cría los mantenimientos. A los pies del [ídolo] tenían ofrecidas algunas joyas de oro. Tienenle en tanta veneración, que solos sus pajes y criados que dicen que él señala, esos le sirven, y otro no osa entrar, ni tienen a otro por digno de tocar con la mano en las paredes de su casa [...] Vienen a este diablo en peregrinación de trescientas leguas con oro y plata y ropa y los que llegan van al potrero y piden su don, y habla con el ídolo, y él dice que se lo otorga.(Xerez 1985: 136-137 [1534]).”
“Hernando pasó casi un mes en el pueblo y en la zona del templo en busca de oro. Luego retornó a la sierra con el botín y lo sumó al rescate de Atahualpa.”
“Las investigaciones arqueológicas sistemáticas se iniciaron con Pachacamac en 1896, con los estudios de Max Uhle (1903). Los trabajos históricos y arqueológicos sobre este centro de peregrinaje prosiguieron a lo largo del siglo XX. Ahora se sabe que la ocupación de Pachacamac es de gran antiguedad, y se especula ampliamente que el lugar ya era un centro de peregrinaje durante el período de control ‘huari’ (600-900 d.C.) de la costa. (Scheiber 1992: 10; Morris y von Hagen 1993:121), bastante antes de la ocupación inca,”
Las islas del Sol y de la Luna.
“Durante su contacto inicial con el imperio incaico se dijo a los españoles que el Sol se apareció por vez primera en una roca sagrada en una isla del lago Titicaca. También se enteraron de que la pareja fundadora del imperio incaico salió de esta isla. Es más, los informantes dijeron a los españoles que ella albergaba una serie de templos que formaban parte de un complejo religioso en la costa sur del lago, y que el templo más grande estaba junto a la roca reverenciada.”
“Los primeros europeos que vinieron al lago Titicaca fueron dos integrantes de las fuerzas de Francisco Pizarro, que llegaron al lago a finales de diciembre de 1533 o comienzos de enero de 1534. A partir de su informe, y de otros que siguieron nos enteramos de que había en verdad dos islas sagradas, una de ellas llamada Titicaca (la isla del Sol) y la otra Coatí (la isla de la Luna). Cobo las visitó unos ochenta años después de las exploraciones de Pizarro y entrevistó a muchos de los pobladores locales. Él hace una buena introducción a las islas sagradas: ‘Tenía este santuario el tercer lugar en reputación y autoridad cerca destos indios peruanos, el cual (dado que tratamos del como si fuera solo uno) comprendía dos magníficos templos, puestos en dos islas distintas de la laguna de Chucuito; (4) y por estar ambas cerca del pueblo de Copacabana, le damos el nombre sobredicho. La una destas islas se decía Titicaca, y la otra Coatá; aquella era dedicada al sol y está a la luna (Cobo 1964:189; 1990: 91 [1653: Lib. 13, cap. 18]).”
(4) En las fuentes tempranas, el lago Titicaca se llama así por su isla más grande e importante, y también lago de Chucuito, por la capital vecino reino aimara.
‘La descripción que Cobos hizo de las islas del Sol y de la Luna coincide con -y se deriva parcialmente de- la de Ramos Gavilán (1988 [1621]). Ambos autores visitaron la región del lago Titicaca en la misma década, aunque pertenecían a distintas órdenes religiosas y vivían en pueblos distintos. Ramos Gavilán residía en Copacabana, un pueblo controlado por los agustinos, que aún hoy sigue siendo un centro de peregrinaje cristiano. Cobo pasó, un tiempo en Juli, un importante centro religioso hispano inicialmente fundado por los dominicos, pero posteriormente tomado por los jesuitas. (5) Ambos autores brindan extensas relaciones oculares de los restos incas en las islas y relatan cómo se llevaban a cabo peregrinajes en ellas. Aún más importante es que Ramos Gavilán y Cobo hacen detalladas descripciones del complejo de santuarios incaicos en las islas, en el siglo posterior a la conquista española. Estos dos cronistas constituyen lo que se cree son las fuentes más exactas y esenciales para la temprana prehistoria de las islas.’
(5) Véase en Meiklejohn (1988), un exámen de relación entre la Iglesia y los pueblos lupacas a comienzos de período colonial.
“Según Ramos Gavilán y Cobo, el complejo religioso en la isla del Sol incluía la Roca Sagrada llamada Tikala (en donde nacieron el Sol y la Luna), un templo del Sol y otras deidades celestes, y una gran estructura laberíntica que albergaba a las ‘mujeres escogidas’ del estado que atendían al santuario. Además, ambos autores describen un gran templo en la isla de la Luna, hoy denominado Iñak Uyu. Asimismo afirman que la importancia política e ideológica de las islas era inmensa y que el imperio incaico también invirtió enormes recursos en mantener varios templos, almacenes y caminos a Copacabana.”
‘Las islas del Sol y de la Luna. Ritual y peregrinación en el lago Titicaca' - 1 - El culto incaico a los santuarios en los Andes. Las islas del Sol y de la Luna. Autores Brian S. Bauer y Charles Stanish. Traducción de Javier Flores Espinoza. Pág: 28. University of Illinois at Chicago. Institute for World Archaeology. Centro Bartolomé de las Casas. Cuzco, junio del 2003.
“El convento de Santo Domingo fue construido sobre el Coricancha después de la caída de la imperios incaico, destruyéndose buena parte del conjunto original. Las sustanciales alteraciones hispanas cambiarán drásticamente la arquitectura del complejo. Ello no obstante, sobrevive bastante del mismo y todavía se puede ver ejemplos notables de cantería incaica.”
“Originalmente, el Coricancha fue un santuario local del pueblo incaico preimperial. En las últimas décadas, una serie de excavaciones arqueológicas distintas, dentro o alrededor del templo, fueron comprendidos por arqueólogos cusqueños, entre ellos Luis Barreda Murillo. Arminda Gibaja Oviedo, Alejandro Valencia Zegarra y, más recientemente, Raymundo Béjar Navarro. Ellos recuperaron cerámica inca temprano. (ca. 1000-1400 d.C.) de excepcional calidad, indicando así que la naturaleza especial del lugar se extiende hasta antes del establecimiento del imperio.”
“No es posible subestimar la importancia del Coricancha, Tahuantinsuyo (las cuatro partes unidas), el nombre indígena del imperio inca, se derivó de las cuatro grandes divisiones espaciales que juntas, formaban el reino. Estos cuatro cuadrantes, o suyos, se proyectaban desde el Coricancha, como centro del mundo inca. El cuadrante noroeste se llamaba Chinchaysuyu en el noreste y el del noreste era el Antisuyu. Los dos cuadrantes del sur eran collasuyu, al sudeste, y en Cuntisuyu, al sudoeste. El imperio inca era concebido como la suma de estas cuatro partes y para los incas el Coricancha marcaba el punto más sagrado del universo. Es más éste albergaba las imágenes del Sol y la Luna, y era la sede de las coronaciones imperiales, en donde se concede el poder del imperio a los candidatos al trono.”
Pachacamac (Hacedor del Mundo).
“Otro santuario importante, llamado Pachacamac, se encontraba en la costa, a una corta distancia de la actual Lima. Esta gran centro es descrito consistentemente en las crónicas como una zona de inmensa importancia religiosa. (ᶾ) Por ejemplo, Cobo dice lo siguiente: ‘Después del soberbio templo de sol tenía el segundo lugar de grandeza, devoción, autoridad y riqueza el de Pachacamac, al cual, como a santuario universal, venían en peregrinación las gentes de todo el imperio de los incas y ofrecían en él sus votos. (Cobo 1964; 186, 1990; 85 [1653; Lib. 13, cap. 17]).
3) Entre las descripciones de Pachacamac, tenemos las de Cieza de León (1976: 334-337 [1653: Parte I, cap. 72]; Hernando Pizarro (1959: 82-83 [1953]); Santillan(1950; 48-59 [1564]); Pedro Pizarro (1921 [1571]); Albornoz (1984; 214 [ca. 1582]), Cabello Valvoa (1951; 338 [1586]); el manuscrito de Huarochirí (1991; 111-113 [ca. 1608: cap.22]): y Calancha (1981 [1638]).
“Al centro del complejo había una serie de macizas plataformas de adobe, la más grande de las cuales tenía el templo que albergaba al dios Pachacamac. Los peregrinos, tanto nobles como comuneros, hacían ofrendas, y recibían consejos en este oráculo universalmente aceptado.”
“Luego de la incorporación de Pachacamac al imperio incaico, el oráculo siguió siendo una ‘huaca’ importante.Las crónicas sugieren que los emperadores Topa Inca, Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa visitaron el santuario en busca de consejo. También se nos dice que los incas construyeron varias instalaciones estatales allí incluyendo un Templo del Sol y alojamientos para los sacerdotes, servidores y guardias. Es más, se levantaron viviendas para las mujeres escogidas del estado que servían en el templo, y se construyeron alojamientos para los peregrinos que visitaban el santuario. (Cieza de León 1976: 334-337 [1553: Pte. I, Cap. 72]; Cobo 1990:; 85-90 [1653: Lib. 13, cap. 17]).
“Francisco de Pizarro envió a su hermano Hernando a que investigara a Pachacamac. A su arribo al oráculo, Hernando se enteró de que peregrinos de hasta 300 leguas de distancia (aproximadamente 1600 kilómetros) visitaban la imagen principal del templo. También se enteró de que los señores circundantes llegaban anualmente para ofrecer sacrificios en el santuario. El informe oficial de la expedición relata el encuentro de Hernando con la ‘huaca’ o ídolo de Pachacamac. El capitán disimuló con ellos y dijo que quería ir a ver aquel ídolo que tenían [...] Él estaba en una buena casa bien pintada, en una sala muy escurra, hedionda muy cerrada, tienen un ídolo hecho de palo muy sucio y aquél dicen que es su dios el que los cría y sostiene y cría los mantenimientos. A los pies del [ídolo] tenían ofrecidas algunas joyas de oro. Tienenle en tanta veneración, que solos sus pajes y criados que dicen que él señala, esos le sirven, y otro no osa entrar, ni tienen a otro por digno de tocar con la mano en las paredes de su casa [...] Vienen a este diablo en peregrinación de trescientas leguas con oro y plata y ropa y los que llegan van al potrero y piden su don, y habla con el ídolo, y él dice que se lo otorga.(Xerez 1985: 136-137 [1534]).”
“Hernando pasó casi un mes en el pueblo y en la zona del templo en busca de oro. Luego retornó a la sierra con el botín y lo sumó al rescate de Atahualpa.”
“Las investigaciones arqueológicas sistemáticas se iniciaron con Pachacamac en 1896, con los estudios de Max Uhle (1903). Los trabajos históricos y arqueológicos sobre este centro de peregrinaje prosiguieron a lo largo del siglo XX. Ahora se sabe que la ocupación de Pachacamac es de gran antiguedad, y se especula ampliamente que el lugar ya era un centro de peregrinaje durante el período de control ‘huari’ (600-900 d.C.) de la costa. (Scheiber 1992: 10; Morris y von Hagen 1993:121), bastante antes de la ocupación inca,”
Las islas del Sol y de la Luna.
“Durante su contacto inicial con el imperio incaico se dijo a los españoles que el Sol se apareció por vez primera en una roca sagrada en una isla del lago Titicaca. También se enteraron de que la pareja fundadora del imperio incaico salió de esta isla. Es más, los informantes dijeron a los españoles que ella albergaba una serie de templos que formaban parte de un complejo religioso en la costa sur del lago, y que el templo más grande estaba junto a la roca reverenciada.”
“Los primeros europeos que vinieron al lago Titicaca fueron dos integrantes de las fuerzas de Francisco Pizarro, que llegaron al lago a finales de diciembre de 1533 o comienzos de enero de 1534. A partir de su informe, y de otros que siguieron nos enteramos de que había en verdad dos islas sagradas, una de ellas llamada Titicaca (la isla del Sol) y la otra Coatí (la isla de la Luna). Cobo las visitó unos ochenta años después de las exploraciones de Pizarro y entrevistó a muchos de los pobladores locales. Él hace una buena introducción a las islas sagradas: ‘Tenía este santuario el tercer lugar en reputación y autoridad cerca destos indios peruanos, el cual (dado que tratamos del como si fuera solo uno) comprendía dos magníficos templos, puestos en dos islas distintas de la laguna de Chucuito; (4) y por estar ambas cerca del pueblo de Copacabana, le damos el nombre sobredicho. La una destas islas se decía Titicaca, y la otra Coatá; aquella era dedicada al sol y está a la luna (Cobo 1964:189; 1990: 91 [1653: Lib. 13, cap. 18]).”
(4) En las fuentes tempranas, el lago Titicaca se llama así por su isla más grande e importante, y también lago de Chucuito, por la capital vecino reino aimara.
‘La descripción que Cobos hizo de las islas del Sol y de la Luna coincide con -y se deriva parcialmente de- la de Ramos Gavilán (1988 [1621]). Ambos autores visitaron la región del lago Titicaca en la misma década, aunque pertenecían a distintas órdenes religiosas y vivían en pueblos distintos. Ramos Gavilán residía en Copacabana, un pueblo controlado por los agustinos, que aún hoy sigue siendo un centro de peregrinaje cristiano. Cobo pasó, un tiempo en Juli, un importante centro religioso hispano inicialmente fundado por los dominicos, pero posteriormente tomado por los jesuitas. (5) Ambos autores brindan extensas relaciones oculares de los restos incas en las islas y relatan cómo se llevaban a cabo peregrinajes en ellas. Aún más importante es que Ramos Gavilán y Cobo hacen detalladas descripciones del complejo de santuarios incaicos en las islas, en el siglo posterior a la conquista española. Estos dos cronistas constituyen lo que se cree son las fuentes más exactas y esenciales para la temprana prehistoria de las islas.’
(5) Véase en Meiklejohn (1988), un exámen de relación entre la Iglesia y los pueblos lupacas a comienzos de período colonial.
“Según Ramos Gavilán y Cobo, el complejo religioso en la isla del Sol incluía la Roca Sagrada llamada Tikala (en donde nacieron el Sol y la Luna), un templo del Sol y otras deidades celestes, y una gran estructura laberíntica que albergaba a las ‘mujeres escogidas’ del estado que atendían al santuario. Además, ambos autores describen un gran templo en la isla de la Luna, hoy denominado Iñak Uyu. Asimismo afirman que la importancia política e ideológica de las islas era inmensa y que el imperio incaico también invirtió enormes recursos en mantener varios templos, almacenes y caminos a Copacabana.”
‘Las islas del Sol y de la Luna. Ritual y peregrinación en el lago Titicaca' - 1 - El culto incaico a los santuarios en los Andes. Las islas del Sol y de la Luna. Autores Brian S. Bauer y Charles Stanish. Traducción de Javier Flores Espinoza. Pág: 28. University of Illinois at Chicago. Institute for World Archaeology. Centro Bartolomé de las Casas. Cuzco, junio del 2003.
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