‘Las islas del Sol y de la Luna. Ritual y peregrinación en el lago Titicaca' - 1 - El culto incaico a los santuarios en los Andes. Los cultos imperiales del Sol y la Luna. Autores Brian S. Bauer y Charles Stanish. Pág: 31.



Los cultos imperiales del Sol y la Luna.

“Para comprender la importancia que estas islas tuvieron para los incas, debemos examinar los cultos imperiales desarrollados en torno de ellas. Al igual que la mayoría de los pueblos andinos, los incas observaban y explicaban al mundo que les rodeaba a través de símbolos de género (Silverblatt 1987: 40). Según la cosmología inca, el Sol y la Luna tenían importantes papeles relacionados con el género. El primero estaba asociado mayormente con los reyes Incas y la masculinidad. De otro lado, la Luna estaba afilada con la esposa real del Inca (la coya) y la feminidad. En palabras de Silverblatt (1987: 54), “[I]a coya, en tanto hija de la luna y representante de todas las mujeres, gozaba de la misma relación con su divina madre que el inca tenía con su padre, el Sol. Como espejos sexuados, el inca adoraba al Sol con la ayuda de los sumos sacerdotes varones del imperio, en tanto que la coya rezaba a la Luna, acompañada por sus ‘hechiceras’, o sacerdotisas escogidas”. Los incas usaron este mismo emparejamiento de género para explicar las relaciones entre los cuerpos celestes. Por ejemplo, el cronista temprano Blas Valera dice: ‘La Luna que era hermana y mujer del Sol, y la había dado Illa Tecce parte de su divinidad, y héchola señora de la mar y de los vientos, de las reinas y princesas, y del parto de las mujeres y reina del cielo. A la luna llamaban Coya, ‘ques reyna’ (Valera 1950: 136 [ca.1585]).'

“En el momento de la invasión europea, los cultivos solar y lunar, con sus elementos basados en el género, estaban difundidos por todo el mundo andino. Esto queda ilustrado en los testimonios de Hernando Hacas Poma (1656), que al ser interrogado durante la campaña de extirpación de las idolatrías de Cajatambo (en la sierra nor-central del Perú) relató la creación de hombres y mujeres en la remota región del lago Titicaca: [...] todos los hombres adorasen al sol poor criador deellos porque era tradición de sus antepasados que el sol crio a los hombres en su oriente en titicaca y los crio con calsones que llaman carabillac y a las mujeres mandaba adorar a madre y criadora de las mugeres y guarda las comidas y les da vestidos (Duviols 1986; 151) '

“Hacia el final de dominio inca había un vínculo inseparable entre el emperador y el Sol. En tanto figura central de toda ceremonia pública del culto solar, el Inca era el único mediador entre los pueblos de los Andes y las fuerzas cosmológicas del cielo (Bauer y Dearborn 1996). La elite incaica usurpó el acceso directo a los poderes universalmente reconocidos por el Sol, tomándolo como su antepasado y protector. La relación inseparable que había entre éste y la elite incaica era retratada claramente por Punchao, el ídolo central del Sol en el Coricancha. La estrecha relación entre el Inca reinante y el astro era reforzada por el hecho de que Punchao tenía al centro una sustancia hecha con los corazones secos de los reyes anteriores (Toledo 1924: 344-345 [1572]).”

“El culto solar de los incas es señalado en todas las crónicas y hay abundantes referencias y descripciones del mismo. En cambio, las descripciones del culto a la Luna son extremadamente raras y por lo general breves. Por Polo de Ondegardo sabemos, por ejemplo, que las mujeres le hacían ofrendas al momento de dar a luz y durante los eclipses de Luna, pero contamos con pocas relaciones detalladas que describen los rituales involucrados. Ello no obstante, los cronistas si dejan en claro que el papel del culto a la luna era una tarea femenina y que era un aspecto de la cultura andina a la vez difundido e importante. Molina, por ejemplo describe su culto dentro del Coricancha de Cuzco: Sacaban también una figura de mujer que era la huaca de la Luna, la cual llamaban Pacsamanta (Madre Luna) teníanla a cargo mujeres y así cuando salían de la casa del Sol, donde tenía su aposento para sí a donde ahora es el mirador de Santo Domingo, la sacaban ellas en hombros. La razón porque tenían a cargo mujeres, porque decían era mujer, como en su figura parece (Molina 1943: 49-50 [ca. 1575]). (6)

(6) Cobo (1990: 29 [1653: Lib. 13, Cap. 6]), quien tomo de Molina buena parte de su información sobre los incas, incluye una afirmación similar sobre las sacerdotisas de la Luna.
“Garcilaso de la Vega trae otra rara descripción del Templo de la Luna en el Coricancha. En este pasaje subraya los vínculos entre la Luna, la plata y la coya: La una cuadra de aquellas estaba dedicada para aposento de la luna, mujer del sol, y era la que estaba más cerca de la capilla mayor del templo; toda ella y sus puertas estaban aforradas con tablones de plata, porque por el color blanco viesen que era el aposento de la luna, teníanla puesta su imagen y retrato como el sol, hecho y pintado un rostro de mujer en un tablón de plata. Entraban en aquel aposento a visitar la luna, y a encontrarse a ella, porque la tenían por hermanas y mujer del sol, y madre de los incas, y de toda su generación, y así la llamaban Mamaquilla, que es madre luna;no le ofrecían sacrificios como al sol. A una mano y a la otra de figura de la luna estaban los cuerpos de las reinas difuntas puestas por su orden y antiguedad (Garcilaso de la Vega 1963: 113-114 [1609: Vol. I, Lib. 3, Cap. 21]).”

“En las relaciones coloniales de las actividades religiosas incaicas, la importancia de la Luna queda eclipsada por la del culto solar. La identidad basada en el gènerodel culto lunar es tal vez, el factor principal detrás de la escasez de las descripciones referentes a este culto. En 1621, un informante nativo le ‘justificò’ esto a Rodrigo Hernàndez Prìncipe diciendo que: ‘La razòn por donde no hacen mucha cuenta los indios de las mujeres en el numerar sus anales es tradiciòn antigua porque ni el Inga hizo mucha cuenta de la adoraciòn de la Luna por ser a cargo de las mujeres’. (en Duviols 1986: 466).

“Asì como el culto solar domina la documentaciòn española, asì tambièn la isla del Sol opaca a la de la Luna. Este sesgo en la bibliografía de los siglos XVI y XVII no llama la atenciòn, dada la fuerte organizacion patriarcal de la religiòn y la sociedad hispanas. No obstante, un anàlisis cuidadoso de las relaciones históricas disponibles deja en claro que ambas islas fueron centros importantes del culto solar y lunar. Las personas viajaban grandes distancias y soportaban penurias para ver estas islas y participar en los rituales llevados a cabo en Copacabana. La cèlebre reputaciòn ganada por ambos santuarios fue una causa importante para que el estado inca afirmara su control polìtico sobre ellas e invirtiera considerables recursos en su mantenimiento. A su vez, la construcciòn de instalaciones imperiales en la isla atudò a incrementar el status de sus sanitarios, asì como el de las personas que controlaban. Al igual que otros centros de peregrinaje, estos santuarios servìan al estado y este a ellos.”

‘Las islas del Sol y de la Luna. Ritual y peregrinación en el lago Titicaca' - 1 - El culto incaico a los santuarios en los Andes. Los cultos imperiales del Sol y la Luna. Autores Brian S. Bauer y Charles Stanish. Traducción de Javier Flores Espinoza. Pág: 31. University of Illinois at Chicago. Institute for World Archaeology. Centro Bartolomé de las Casas. Cuzco, junio del 2003.

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