‘Todo es Historia'. ‘La buena mezcla’ por Francis Korn. nº 299 mayo de 1992. pág. 18.





‘La buena mezcla.’ por Francis Korn.


‘Primero hubo los conquistadores y los indios, luego se sumaron los criollos y fueron desapareciendo los conquistadores. A la mente humana, que prefiere tener todo clasificado de manera precisa, se la puede instruir de este modo para visualizar la composición de la población de la Argentina, siempre que se agregue que durante todo el tiempo hubo otros que no eran ni conquistadores, ni criollos, ni indios y que, parta principios del siglo XX, llegaron a ser hasta un tercio de la población total.’


‘La Argentina fue el segundo país entre los que absorbieron el mayor número de inmigrantes de ultramar entre 1821 y 1932. Entre Estados Unidos, Argentina, Brasil, Australia y las Indias Occidentales inglesas se distribuyó el 90% de toda la emigración europea. A pesar de que en números absolutos la cantidad de inmigrantes recibida por Estados Unidos durante este período fue siempre mayor que la que recibió Argentina, la más alta proporción de extranjeros sobre la población total fue en aquel país de 14%, mientras que aquí esa proporción varió desde el 12% en 1869 hasta el 30% en 1914, el 24% en 1920 y el 23% en 1930.’


‘Se plantean cada tanto discusiones sobre las características que tuvo la absorción de esos inmigrantes. Hay quienes consideran que la Argentina no se convirtió en un ‘melting pot’, y quienes se oponen firmemente a esa idea. La discusión, en otros términos, consiste en decidir si esos inmigrantes se mezclaron entre sí y con la población criolla, o si hubo segregación, exclusiones o actividades cerradas a ciertos grupos nacionale. Lo importante, en este caso, es tratar de determinar qué es lo que se quiere saber y, entonces, decidir cuáles son los hechos que interesan para clasificar de una manera o de otra. Para decidir si fue o no un ‘melting pot’ y si el resultado fue bueno o malo, ¿en qué áreas de la vida hay fijarse si se mezclaron o no con quiénes?.’


‘Pedro Vasena nació en Lecco (Como) en 1853. Llegó a Buenos Aires en 1865 ‘senza un soldo, senza conoscenti’, y a los 13 años comenzó a trabajar en esta ciudad como herrero. Fue luego obrero de establecimientos como Silvestre Zamborini, y estableció muy poco después su taller propio en Belgrano 1740. Este taller se desarrolló de tal manera que tuvo que instalar una nueva fábrica en la calle Rioja 1299 (ocupaba una manzana completa), a la que siguió una tercera en la ciudad de La Plata y tres grandes depósitos; uno en la Boca, otro en la calle Nueva Roma y el tercero entre Sarmiento y California. Pedro Vasena murió en 1916. Su establecimiento fue premiado de una vez:en 1898 con el gran premio y diploma de honor en la Exposición de Turín, en 1908 con el gran premio y diploma de honor de la Exposición de Milán. Vasena fue condecorado por el gobierno de Italia con la Cruz de Caballero del Trabajo. No era para menos: entre las grandes obras ejecutadas por su firma (y antes de su muerte) se pueden citar puentes de hierro sobre varios ríos del país, la conducción de gas para la ciudad de Tucumán, el Mercado de Abasto de la ciudad de Buenos Aires, el mercado de Frutos del país de la ciudad de Bahía Blanca, las instalaciones de la Sociedad para la Luz y la Tracción Eléctrica del Río de la Plata, la instalaciones de la fábrica de papel La Argentina de Zárate.’


‘La aventura del señor Vasena fue extraordinaria, pero no única. Hubo el señor Cayetano Sánchez (oriundo de Oviedo), que llegó a Buenos Aires un año antes que aquél, y que también de la nada llegó a fundador del Banco Español del Río de la Plata, presidente de las compañías de seguros La Hispano Argentina y Ceres, Presidente activo de la Compañía Quebrachales Chaqueños, Miembro de la Unión Industrial Argentina y prohombre de la población de residentes españoles en la Argentina. Y el señor José Canale (el de los bizcochos) y el otro señor Canale (el de la confitería del Águila), ambos nacidos en Nápoles, y otro más de Nápoles, es el señor Pasalacqua de la Fundición Inglesa, y José Iriarte, que llegó de España y se convirtió ‘en un ejemplo de los premios que se ganan en la Argentina gracias a la energía y el empuje’, y el señor Ansermin, nacido en Chatillon d’Aoste en 1839, seno de una ‘muy honorable familia obrera’, y dueño luego del Gran Hotel en Florida y Rivadavia, y Jacobo Peuser, alemán de origen y ganador en 1910 del Gran Diploma de Honor de la industria gráfica argentina y de tres medallas de oro, tres de plata y tres de bronce gracias a la calidad de la producción editorial de su empresa, fundada por el mismo en 1867, muy modestamente, en la calle San Martín.’


‘Los nombrados eran ocho de los casi 350.000 extranjeros (un poco más de la mitad de los habitantes de la ciudad) que residían en Bueno Aires en 1895. Los restantes, con menos premios seguramente, o con ninguno, se las arreglaron para componer el 91% de lo propietarios de industria de esta ciudad, el 87% de los propietarios de comercio y el 72% de los empleados en industrias. También constituían la proporción má alta de lo ciudadano dedicado a la mendicidad, la prostitución y jornalero sin trabajo fijo. Eran el 58% de los propietarios de inmuebles en la ciudad de Buenos Aires y su propiedades se repartían sin distingo por todos los rincones: en el barrio de San Nicolás y en el del Socorro, los más caro de todos, eran el 47% de los propietarios en el primero y el 37% en el segundo.’


‘En el resto del país no pasaban cosas muy distintas. Como nos indica Ezequiel Gallo, en La pampa gringa y en otras publicaciones, en 1914 la proporción de extranjeros empleados en el sector rural en la provincia de Buenos Aires era del 55%, mientras que en la de Santa Fe llegaba al 61%. Para todo el país y en esta fecha, eran el 68% de los dueños de comercio, el 69% de los dueños de industrias y el 32% de los dueños de establecimientos rurales. En lo mejor de la pampa húmeda, las proporciones eran aún mayores: constituían el 78% de los dueños de comercios, el 73% de los dueños de industrias y el 57% de los propietarios rurales.’


‘Para volver a 1895 y al barrio de San Nicolás (como dijimos, uno de los más caros de la ciudad de Buenos Aires), no parece que ben esta zona las nacionalidades y condiciones diversas no se mezclaran: en Lavalle al 1081 vivía la familia O’Gorman y López, que constaba de siete personas que compartían una casa de dos pisos y azotea con cuatro mucamos, dos cocheros, una nodriza, una niñera y una cocinera: muy cerca, los Girondo, Juan, ingeniero, su mujer, Josefa Uriburu, salteña, el hijo de ambos, Oliverio, otra personas de la familia y seis sirvientes y un cochero; en una casa de un solo piso y dos manzanas más lejos, cuatro prostitutas (dos alemanas, una rumana y una española) y un español sin profesión; muy cerca se alojaba Francisca Solana, indígena, sirvienta de la familia Chiappe, italianos; un poco más lejos, Augusto Dodero, cochero francés, Juan Thompson, plomero escocés con su familia ya argentina; un poco más lejos Juan Lambruschini, comerciante genovés, y, algo más al norte, Julio N. Costa, uruguayo de 44 años, E. N. de Relaciones Exteriores, con su hijo Nicanor, de 11 años; cerca, Dardo Rocha, abogado, Tomás de Anchorena, hacendado, las tres señoritas Ortíz Basualdo y, por Maipú al 686, Narciso R. Martínez de Hoz, ganadero, con una larga familia y once sirvientes; no tants más que otro vecino del barrio, el señor Antonio Podestá, italiano comerciante, que habitaba con su familia una casa de dos pisos y azotea en Piedad 116 junto a dos sirvientes, uno italiano y otro francés, un cochero español y una modista francesa.’


‘Estaban el la ciudad, en todas partes. Estaban en el campo. Tambièn en todas las otras ciudades y en los pueblos. Eran los industriales, los comerciantes, los obreros, los empleados, las prostitutas, los rufianes, los mendigos, los artesanos, los artistas y sus hijos fueron también sus maestros, los militares y todo lo demás. Eran 17 de los 100 fundadores del Jockey Club (17 de muy diversa condición, pero todos relacionado con el turf), eran buena parte de los socio de Club de Gimnasia Esgrima, fundado por un español, y cada colectividad fundó sus diarios, sus hospitales, y sus clubes, pero además, participaron de todas las demás.’


‘Seguidamente muchos sufrieron penurias y discriminaciones. Seguramente muchos se cansaron con los de su mismo pueblo. Pero ¿qué es lo que define a un ‘melting pot’ sino el hecho de que en casi todas las áreas de la actividad que se examinen se pueden encontrar representantes de todas las nacionalidades, y en aquellas en las que no estuvieron encontramos a sus hijos?.’


‘Las mezclas, cuando de humanos se trata, son generalmente buenas y, más aún, un índice de que la sociedad que así se forma tiene un componente muy alto de eso que se llama civilización.’


“25 años ‘Todo es Historia' Registra la memoria nacional. La argentina de las cosas.” ‘La buena mezcla’ por Francis Korn. Revista declarada de interés nacional nº 299 mayo de 1992. pág. 18. - $ 9,00.

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