'Todo es Historia' Registra la memoria nacional. La argentina de las cosas.” ‘Lo bueno del país’ por Manuel Mora y Araujo. nº 299 mayo de 1992. pág. 26.
‘Lo bueno del país.’ por Manuel Mora y Araujo.
‘La Argentina estuvo muy mal, durante varios años. En cierto modo, peor que la mayor parte de las naciones del continente americano. Ninguna alcanzó una más pronunciada brecha entre sus potencialidades y sus realizaciones; ninguna llegó a niveles tan profundos de frustración y desesperanza. Sin embargo, en un momento crítico, en la década del los años ochenta, el país produjo un vuelco y generó una fuerza política capaz de sostener un esfuerzo transformador de gran magnitud. En esto, está a la vanguardia en el proceso de adaptación a las nuevas condiciones internacionales que tienen lugar en América latina. Las fuentes de ese cambio no se encuentran en otro lugar que en el seno mismo de la sociedad argentina, en la gran masa de sus habitantes que mantienen aspiraciones y estilos de vida de la clase media. Ni la dirigencia empresarial o institucional, ni mucho menos la dirigencia política, lideraron ese cambio, lo indujeron o lo alentaron. Por el contrario, si hoy lo acompañan, en todo lo hacen, es siguiendo un camino abierto desde las bases sociales.’
‘El pueblo argentino motorizó la transformación que estamos viviendo, generando el cambio de mentalidad, las nuevas, las buenas expectativas y las demandas que llevaron a una dirigencia no preparada para liderar el cambio a esbozar las vías para encontrarlo. En este proceso de transformación de las pautas de organización de la vida social, los modelos que finalmente habrán de conformar un orden estable están siendo diseñados por la sociedad misma en mayor medida que por los que los dirigentes. Las reglas de una economía ‘de la economía monopólica’ que aún hoy en pugna por imponerse-, las instituciones capaces de ejercer un control efectivo del poder político -en lugar de aquellas que se someten a él- la renovación de la dirigencia política -en lugar de la perpetuación de la clase dirigente que controla los partidos-, son elementos que se abren paso porque la sociedad los está reclamando y buscando, con mayor fuerza que la demanda por los actores que representan el viejo orden.’
‘Así fue también en el pasado. El pueblo argentino ha generado la extraordinaria calidad de vida social que es el rasgo tan reconocido de la Argentina. Ha hecho de èste un país en el que, con todos su defecto y carencias, y aun en los momentos signados por lo rasgos más negativos, vale la pena vivir la vida.’
‘Los argentinos somos normalmente personas capaces de un excelente desempeño individual casi en cualquier contexto donde nos toca actuar, También es verdad que en muchas partes fuera del paí- pasamos por pedantes y arrogantes. Pero lo cierto es que somos capaces, y somos buscados y valorados por lo que podemos hacer.’
‘Lo malo que arrastra la sociedad argentina desde su propio pasado residente en lo aspectos de la cultura política que hicieron difícil este cambio, que impidieron soslayar las grandes crisis sin cuya mediación hoy podemos pensar en el cambio que habría sobrevenido. Esos aspectos -que están en vías de superación son la intolerancia, el personalismo y la mentalidad cortoplacista. Hoy, como siempre, el país está lleno de intolerancia, de personalitas, y cortoplacistas. Pero el contexto de la cultura política actual no les deja mucho espacio para actuar, los obliga a disfrazar sus actitudes y los condena a seguir las corrientes que otros lideran -los dirigentes capaces aceptar valores tolerantes, menos personalistas, más orientados al largo plazo.’
‘Sin duda, todo lo bueno y to0do lo malo que un pueblo exhibe en cualquier momento de su historia son emergentes de su propia y única moneda. Estos rasgos notables de la sociedad argentina, que se condensan en la calidad de su pueblo, surgen de una conjunción de factores que marcaron nuestro desarrollo social muchas décadas atrás. Particularmente la inmigración y la alta movilidad social sostenida en un ritmo notablemente alto de crecimiento económico y en un extraordinario desarrollo educacional, fueron causa a la vez de nuestro pueblo y de sus defectos y vicios más irritativos. La inmigración conformò una sociedad aluvional, creò una cultura nueva, sintetizadora, y sembrò la semillas de la convivencia entre costumbres, lenguas y pueblos distintos, empujàndolos a conformarse como único pueblo nuevo. Tambièn generó individualismo excesivo, la falta de apego a las instituciones, la desconfianza en lo mecanismos de la representación política institucionalizada -y con ello abrió el camino para los liderazgos personalista, dejando un espacio libre para que lo ocupasen las estructuras de poder corporativas.’
‘La movilidad social y el crecimiento educacional generaron una sociedad increíblemente ávida de prosperidad e intolerante a las frustraciones de sus aspiraciones más arraigadas. Estos factores nos llevaron a donde hoy estamos: en una casi inmanejable conjunción carencias económicas y demandas de consumo, en una casi ingobernable brecha entre lo que los argentinos quieran tener -y consideran legítimo querer- y lo que efectivamente pueden recibir del reparto de una torta chata y estancada.’
‘Lo malo de nuestra Argentina es lo que nos ha llevado a la subalterna condición en la que hemos vivido tantos años, y de la que hoy esforzadamente estamos tratando de salir. Lo bueno de nuestra Argentina es la fuerza que nos está permitiendo salir adelante, despegar de nuevo y construir la imagen de un horizonte más digno de ser vivido. Una fuerza contenida en el afán de progreso de nuestro pueblo, en el dinamismo y la capacidad de nuestros miles de pequeños y medianos empresarios, y en la voluntad de algunos de los altos dirigentes que ven en el éxito del país una condición para su propio éxito personal.’
“25 años ‘Todo es Historia' Registra la memoria nacional. La argentina de las cosas.” ‘Lo bueno del país’ por Manuel Mora y Araujo. Revista declarada de interés nacional nº 299 mayo de 1992. pág. 27. - $ 9,00.
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