“Apus de los cuatros suyus.” 'Construcción del mundo en los ciclos mitológicos de las deidades montaña. por Rodolfo Sánchez Garrafa. Capítulo I. Planteamiento y diseño metodológico. 1. 1 Aproximación al estado del arte en la materia. El asunto de la historicidad y los mitos andinos.
“Es un lugar común que al enfrentar el estudio de la religión en el mundo andino prehispánico se tenga que lamentar la falta de fuentes escritas originales. Atribuyó a tal desventaja una enorme dificultad para acceder a la manera en que los andinos resolvieron su preocupación por establecer y mantener vinculadas las vivencias humanas con una cierta naturaleza exterior, considerada sobrenatural o divina.
“En contraste, no ha dejado de destacarse que el mundo andino pone de manifiesto una continuidad apreciable a lo largo de 15 a 20 años de desarrollo cultural hasta nuestros días. El hecho mismo de poder tratar con culturas vivas configura una situación propicia para construir desde el presente rutas de posible acceso a la comprensión de las concepciones, percepciones y representaciones del mundo en las sociedades andinas, con el concurso de la historia, la etnología, la lingüística y la arqueología.
“Aún así, la crítica ha puesto reparos a la alegada continuidad cultural señalando que a partir del siglo XVI América del Sur experimentó una severa ruptura que alejó a las sociedades andinas de su pasado. con la escritura traída de Europa se estableció una nueva forma de relación social con la tradición, pero no solo eso, los encargados de trasvasar la tradición a una crónica escrita reelaboraron la información recogida, consciente o inconscientemente, en función de nuevos parámetros.”
“Desde luego no es posible negar que apenas se produjo la irrupción de los españoles al Tawantinsuyo, la sociedad hispanoperuana en formación absorbió paulatinamente a numerosos indígenas, pero es claro que ese proceso fue lento y parcial. Fueron precisos unos veinte años de esfuerzo para que algunos indígenas lograran desarrollar cierta flexibilidad o iniciativa dentro del mundo hispánico que les permitiera interesarse al menos como auxiliares de bajo nivel (Lockhart 1982: 280). En los siguientes siglos, los indígenas han sido miembros relativamente marginales del mundo hispánico colonial y continuaron siéndolo respecto al mundo criollo-mestizo occidental hasta el último tercio del siglo XX (Delgado 1971: 40-61). En este sentido, el paso parcial de la palabra andina a una relación escrita, la fijación de la memoria prehispánica por la palabra castellana o por otras lenguas indígenas al servicio de la cultura occidental difícilmente habrian cambiado en forma radical el universo simbólico andino. En muchos aspectos y apelando a su propia lógica, la cultura andina ha reinterpretado con éxito los elementos adquiridos en un intercambio, la mayor parte de la veces forzoso.”
“Es cierto que los estudiosos contemporáneos están obligados a ser cada vez más cautos y procurar un manejo crítico de las crónicas y otras fuentes de información escrita disponibles en el siglo XVI en adelante; no obstante, habria que ser claros en señalar que tales escritos que nunca han llegado a ser venerados por los andinos como expresión física de su tradición, pueden distorsionar la percepción del investigador, pero esa distorsión siempre será ajena al hombre de los Andes. Ocurre que la tradición oral, accesible hoy mismo en la cartografía y el folclore, ha seguido su propio trayecto, entre los avatares propios de los desiguales contextos de interculturalidad que se fueron generando del siglo XVI a esta parte. Es un hecho que los pueblos andinos actuales poseen su propia idiosincrasia cultural y religiosa en cuya base yace una cosmovisión, una manera muy particular de entender y explicar el mundo, que al parecer ha sido capaz de procesar e incorporar elementos culturales diversos sin perder su coherencia fundamental.”
“La tradición transmitida oralmente o a través de otros lenguajes, es una herencia que contiene necesariamente los esquemas básicos de ordenamiento y comprensión del mundo elaborados por los andinos y es por tanto, una expresión lógica de estructuras profundas subyacentes. La religiosidad andina actual, incluso en casos de acentuada transculturación, no muestra que tales esquemas hayan sido sustituidos por el racionalismo occidental; la sociedad y las cosas siguen siendo pensadas echando mano a las fuerzas y entidades externas, deidades y héroes cuyas acciones primordiales persisten en la memoria colectiva. Puede decirse también que el pensamiento científico moderno, instaurado desde el XVIII, no ha cambiado radicalmente las formas andinas de pensar el mundo y las cosas, lo que no invalida la adquisición de nuevas experiencias en el curso de los más de cuatro siglos y medio posteriores a la irrupción europea en el Tawantinsuyo.”
“Antes que la ciencia y la razón hayan podido generar una revolución total en el conjunto de la sociedad nacional, está ha empezado a experimentar, por el contrario una revitalización de las manifestaciones de religiosidad popular y un acrecentamiento de consumidores religiosos, ante el impacto de la creciente entropía, caos económico y tecnológico, y desintegración psíquica que parece caracterizar a la vida occidental (Berman 1990: 15).
“Apus de los cuatros suyus.” 'Construcción del mundo en los ciclos mitológicos de las deidades montaña. por Rodolfo Sánchez Garrafa. Capítulo I. Planteamiento y diseño metodológico. 1. 1 Aproximación al estado del arte en la materia. El asunto de la historicidad y los mitos andinos. pág. 26.
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